Fue el 13 de noviembre de 2023 cuando llegué al tercer piso, me desperté con los 30 años puestos, abriendo los brazos para que todo lo que tuviera que llegar pudiera hacerlo cuando sea el momento y entonces llegaron muchas dudas, preocupaciones, miedos, pero también llegó la certeza, la paz, la inspiración, la claridad.
En mi Carta #30 del año 30 te cuento sobre como me sentía previo a mi cumpleaños:
No siento que cumplir 30 años quiera decir que ya no puedo hacer ciertas cosas, que el tiempo se me acaba, que deba vestirme de cierta forma o que deba actuar de alguna manera, el tren no se nos va y si lo perdemos, podemos tomar un avión.
Nunca he sido alguien que se preocupa por los años, no me pongo, ni me quito, acepto el hecho de que voy creciendo y voy cambiando constantemente, me preocuparía más quedarme siempre en el mismo lugar, no moverme, no intentar, no arriesgar, pero tampoco me tomé los 30 años a la ligera, previo al gran día estuve platicando con mi psicóloga sobre como me sentía al llegar a este nuevo piso que lo veía tan lejano y ahora estaba a la vuelta de la esquina.
Mis veinte tuvieron una parte de mí que disfruté mucho, todos los viajes que hice por México, las aventuras en la huasteca potosina, por Chiapas, por Chihuahua, los vuelos en globo en León, solo por mencionar algunas, combinar la escuela con el trabajo y las amigas, pero también fueron mucha incertidumbre con mi crisis de los veinticinco años, la pérdida, el duelo, la pandemia, las responsabilidades adultas, la economía, las largas jornadas laborales, el trabajo doble, el cansancio, la ansiedad, el miedo, hasta que poco a poco fui encontrando calma, amor, estabilidad emocional.
Llegué a los famosos treinta, pero no lo hice sola, me acompañan mis amigas y mi esposo (casi todos en la misma edad), cada vez que se abre el elevador para darle la bienvenida a alguien a este piso los veo llegar con dos listas “Cómo esperaba que fuera mi vida al llegar a esta edad” y “Como es mi vida en realidad a esta edad”, porque es completamente normal mirar atrás para darnos cuenta de que muchas cosas fueron cambiando a lo largo de los años, quizás lo que antes nos gustaba ahora ya no, dejamos de escuchar una banda de música, leemos otros géneros, terminamos relaciones que juramos que serían para siempre, tampoco somos actrices o astronautas como pensamos de pequeños (en algunos casos), no trabajamos en lo que pensábamos o resultó que en verdad no era lo que queríamos, quizás algunos eligieron emprender un negocio, mudarse de país, independizarse, comenzamos hobbies nuevos, hasta nuestro círculo a veces se va reduciendo, dejamos de hablar con algunas personas porque ya no estamos en la misma sintonía, o frecuentas menos a algunas amistades y no quiere decir que no los queramos, sabemos que si los necesitamos ahí estarán para nosotros, pero a veces la vida nos va llevando por otros caminos con personas que están en nuestra misma frecuencia, aunque debo decir que hacer amigas a esta edad a veces resulta complicado, en mi caso, retomé mi amistad con compañeras de la universidad a quienes no veía desde que nos graduamos y juntas comenzamos un club de lectura que se ha vuelto un refugio, nos reunimos cada mes a hablar de nuestro libro elegido en alguna cafetería y terminamos nuestras bebidas hablando del amor, de la vida, de las noticias, eso no lo vi venir de ninguna forma el año pasado, pero sucedió, lo agradezco y ya cumplimos un año desde aquel agosto en el que nos reunimos por primera vez a discutir un libro.
Llegar a los treinta también ha significado tomar decisiones, elegirme, escucharme, atenderme, una a una estoy palomeando mis citas médicas, llevo un par de años en terapia psicológica cuidando mi salud mental, pero también físicamente hay cuidados que deben atenderse, con todo y mi miedo por los doctores estoy dando esos pequeños pasitos poco a poco, así descubrí que en realidad no necesitaba utilizar lentes, que los lentes que utilicé por cinco años fueron un mal diagnóstico, aunque todavía pienso que fue una forma de esconderme de la ansiedad y mi duelo, me quitaron los lentes y se me cayó una venda de los ojos, me fui a España con nervios porque no sabía si los iba a necesitar y la realidad es que podía leer mejor que nunca mis libros, ver de lejos, ver la tele, ver mi vida y mi futuro camino. Otro mes fuimos al nutriólogo para aprender a comer mejor, ahora tenemos dos meses a dieta y yo llevo como 7 kilos menos, comiendo rico, con ejercicio, sin tener que estar todo el día metida en la cocina, que si me gusta, pero también hay otras cosas que hacer.
Me estoy moviendo, hago ejercicio, lo que no hacía desde hace un par de años y también porque la pandemia me volteó la vida, me dejó temerosa de que todo se pudiera acabar en un segundo, pero mis músculos recuerdan, mi cuerpo cambia, los kilos bajan, me siento mejor, no lo digo solo por como me veo en el espejo, porque claro que me gusta como me veo, pero nunca he sido una persona obsesionada con los kilos, a pesar de que nunca faltan los comentarios de “Te ves más gordita” de alguna persona, me siento bien porque sé que estoy esforzándome por estar bien, estoy haciendo las cosas por mí, porque quiero que mi cuerpo este fuerte, sano y preparado para cualquier cosa que venga.
Estoy aprendiendo a habitarme con amor, escucharme con paciencia y tratarme con delicadeza en estos treinta años que llegaron para recordarme que siempre debo darme mi lugar ante todo y todos, que procurarme, es tarea mía, que los dolores no van a desaparecer por arte de magia, que debo cuidarme como cuido de los demás y darme el mismo amor que le regalo a mis seres queridos.

Cumplir treinta años puede parecer aterrador, también puede darte el impulso necesario para hacer todas esas cosas que habías estado posponiendo o alguna de tu lista de “Cosas que quiero hacer al menos una vez en la vida”, pero sobre todo, es un buen momento para tener una reunión contigo misma para saber cuál es el próximo paso.
Soy consciente de la presión que existe de la sociedad, los medios y las redes sociales hacia las mujeres en todos los sentidos, la moda, el peso, el maquillaje, la comida, como debemos portarnos, como debemos sentarnos, cuando hablar y de qué hablar, porque por más que tratemos de negarlo y por muchos avances que como mujeres hemos hecho, siguen siendo cosas que están ahí, incluso a veces dentro de casa con la familia. A eso le añadimos la edad, la presión de tener un título, una pareja, una familia a cierta edad, sobre todo cuando estamos cerca de los treinta años, como si entonces se nos acabara la vida, pero no es así, tenemos la libertad de decidir cuando queremos una pareja, si queremos tener hijos o casarnos y no deberíamos sentir una presión por tener toda la vida resuelta a una determinada edad.

Queridas amigas que están por llegar a los treinta años, no tengan miedo de lo que viene, ni se culpen por lo que no han logrado cumplir, aún queda tiempo para hacer muchas cosas, celebren en grande, pónganse el vestido de Jenna Rink si así lo quieren (yo lo hice), bailen Thriller en su fiesta (también lo hice) y guarden esas fotos con mucho cariño, porque en el futuro les sacará una sonrisa.
Llegar a los treinta puede sentirse como dar un salto al vacío, pero en realidad solo estás subiendo un escalón, respira, mira a tu alrededor para recordar que estás rodeada de amigos y familia, permítete sentirlo todo, habla contigo misma y prepárate para seguir disfrutando de la vida, viene con retos incluidos, pero también con muchas alegrías.
Deja un consejo en esta carta para quienes están por cumplir 30 años en los comentarios o cuéntame qué es lo que sientes estando cerca de esta edad, puede ser aquí mismo o en privado si lo prefieres.
Gracias por leerme y por estar aquí conmigo en el tercer piso.
¡Nos vemos en la próxima carta!
—Eli ✨
Un meme sobre cumplir 30 años:
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Qué hermoso🤍 Te leo desde mis 29 y el próximo año festejaré mis 30🥹🥹🥹
💜 saludos desde el cuarto piso ✨